top of page

La hazaña de la Filarmonía de San José de la Montaña

Writer's picture: José Miguel CarvajalJosé Miguel Carvajal

La música ha constituido una de las formas de expresión y de arte más representativas del ser humano, ya sea en aquel primigenio viento que bailaba con las ramas de los árboles y los coros de pájaros que madrugan, hasta la puesta en escena de múltiples instrumentos en la época actual, siempre se han apreciado las armonías y las melodías para el placer. Y va más allá, la música integra, en muchas ocasiones, la representación auténtica de una comunidad o hasta de un país.


La llegada de los españoles cambió la vida por completo de los pueblos autóctonos, en su organización, lengua, visión del mundo y también su religión. Las manifestaciones culturales en la época colonial estaban muy unidas a las fiestas religiosas, y una fiesta sin música, no es fiesta. Quedan sonidos hoy en día de esas manifestaciones, como lo son los rosarios del Niño, la cimarrona y las mascaradas, y la Filarmonía ejecutando el compás del angustioso Nazareno en su recorrido al Gólgota. Y a mitad del siglo XX, un pueblo en ebullición como San José de la Montaña, logró en la música, lo que para algunas personas fue un milagro.


Corría el año 1948, cuando Juan Varela Sánchez, reconocido requintista de Barva, se trasladó a San José de la Montaña. Aquí, bajo la insistencia del cura párroco Abel Castillo Vega, fundó una pequeña filarmonía, pues a quejas del sacerdote, en cada fiesta se debía contratar músicos de Barva. Los primeros instrumentos, unos “chunches viejos” que compraron a ¢2000, pertenecían a la filarmonía de la Rivera, pudieron costearse y sostener gracias a la generosa colaboración del pueblo, mediante rifas, loterías o cuotas voluntarias, pues además existía la necesidad de contratar a músicos que les enseñaran a los integrantes de la filarmonía. Fue así como poco a poco se fue asentando el conjunto, amenizando fiestas religiosas y populares.


Pero fue en el año 1954 cuando, entre susto y alarma, llegó un comunicado por parte de la Municipalidad de Heredia, invitando al recién fundado conjunto del pueblo a participar en un concurso de filarmonias a nivel provincial, en el Parque Central de Heredia. La incertidumbre tomó por completo San José de la Montaña, ¿cómo iban a competir aquellos “tarros viejos” contra famosas filarmonías como las de Barva, Santo Domingo, San Joaquín o San Isidro? Aquellas eran financiadas por las municipalidades, y la del pueblo por sus mismos integrantes. El tan esperado día llegó, e instalándose en el Parque Central no faltaron las bromas, con tintes de humillación, por parte de los demás conjuntos, los vacilaban, silbaban, cuando veían aquella filarmonía de campesinos representando al humilde y pobre pueblo de San José de la Montaña. Mientras esto sucedía, los vecinos llegaron a encender velitas a la Iglesia, con la sincera petición de que no fueran humillados. Y es que la música permite esto, que unos esforzados campesinos y amantes de la música lograran un segundo lugar provincial. Interpretando una obra llamada La Viuda alegre, deleitó a la Ciudad de las Flores, y lo que se temía como humillación, terminó siendo un fiestón en San José de la Montaña. Hoy en día algunos adultos mayores recuerdan esa hazaña, y la cuentan con mucho orgullo.


Después de haber conseguido este galardón, la filarmonía ganó fama en Heredia, y recorrió distintos lugares del país como Desamparados, Alajuela, San Antonio de Belén, entre otros, y cosechó elogios de expresidentes que visitaron el pueblo y pudieron escuchar sus interpretaciones, como Otilio Ulate y José Figueres Ferrer. Esta historia recogida en una entrevista al señor Miguel Varela Picado, el día 8 de noviembre de 1978*, señala la importancia de la música en una comunidad, y no solo la música, sino de las distintas expresiones artísticas que nutren al pueblo de alegría, de cultura, y sobre todo de orgullo y de recuerdos.


*Salazar Salvatierra, R. (1978). La música tradicional de Barva: su función social. Páginas 41-42



Filarmonía de San José de la Montaña durante una fiesta de Santa Cecilia, año 1954. Las personas que aparecen en la fotografía son las siguientes: José Herrera, Gonzalo Esquivel, Miguel Montero, Rigoberto Alfaro, Danilo Villalobos, Miguel Varela, Rafael Ruiz, Jesús Bonilla, Juan Varela, José Chaves, Carlos Montero, Álvaro Díaz y Licímaco Rodríguez

Comments


Recibimos comentarios y propuestas

¡Muchas gracias!

© 2023 by Train of Thoughts. Proudly created with Wix.com

bottom of page